Llevar un solo tono ha dado paso a jugar con distintas tonalidades e intensidades.
Por si todavía no se tenía claro, aquí va la máxima que hay que recordar esta primavera-verano 2018: los colores pastel son tendencia. Una de las grandes, además.
Lo que quizás todavía no se había distinguido, aunque no tardará en hacerse, es que trae consigo una derivada que bien podría llamarse “nuevo monocolor”: ahora no se vestirá de un único color de pies a cabeza, sino que se jugará con intensidades y tonalidades dentro de una misma horquilla.
Para tener ejemplos gráficos, basta con darse un paseo por las imágenes de las chicas que han acudido a los desfiles de Oslo y Estocolmo: en ambos espacios hay faldas y jerséis azules, pero de distintos tonos de azul, como el celeste y el turquesa. También hay trajes de chaqueta rosados. Y así podría seguirse hasta donde la imaginación alcance a dibujar.
Precisamente esa practicidad es el sentimiento que, en realidad, dirige muchos de estos looks. Piénsalo un momento. ¿No es más sencillo unir prendas, por ejemplo, en color crudo sin tener que preocuparse de que sean exactamente iguales? ¿O gris, ese tono que parece tener mil y un matices según el tejido?.
Se requiere cierta osadía pero hay que confesar que hay atractivo en esta pequeña complejidad estética. No siempre el camino fácil es el más interesante.